Por Frederic Sala
Últimamente, oímos hablar mucho de salud mental, y es que la pandemia ha agraviado mucho este problema sobre todo en las personas más jóvenes. El confinamiento domiciliario de tres meses fue un golpe duro en la vida de muchas, y es que la virtualidad de las clases, el no poder relacionarse con el resto de compañeros y amigos, y ni siquiera poder salir a hacer una vuelta al aire libre generaban un estado de angustia y depresión completamente comprensibles, y esto sin dejar de banda el catastrofismo que nos llegaba desde todos los medios de comunicación y la situación económica que muchas personas vivían en casa suya. La pandemia y sus problemas siguen aquí, y por tanto, siguen generando y agraviando los problemas de salud mental de muchas de nosotros. La incertidumbre de hacia donde vamos, de cómo será el futuro más próximo, el anuncio constante de nuevas restricciones y dosis de vacunación, la improvisación ya habitual de las instituciones que nos gobiernan y el miedo a contagiar o contagiarte hace que la incertidumbre y la angustia sigan latentes. Parece más que nunca, que la urgencia de más profesionales de la salud mental es necesaria, igual que también lo es que todas las personas que lo necesiten puedan acceder de forma eficaz y no con citas para de aquí seis meses con intervalos de seis meses más entre visita y visita. Parece pues que la necesidad de hacer políticas para mejorar la salud mental es más que evidente. Pero cuidado al dar por ciertas las cosas tal como se nos presentan. ¿Realmente tantas personas necesitan ayuda psicológica y psiquiátrica? ¿Y si es así, cómo hemos llegado a este punto, como lo podríamos haber prevenido? El problema de la salud mental no nace con la pandemia, sino que es un problema que España arrastra desde hace muchos años, los problemas de la salud mental se han agraviado con la pandemia, pero no han nacido con ella como piensan algunos “boomers” que dirigen los medios de comunicación. Ya hace años que la primera causa de muerte entre las personas jóvenes es el suicidio y hasta el 2021 no se ha hecho la primera Marató de TV3 hablante del tema.
Seguramente si la situación económica del país fuera mejor, también lo sería la salud mental, aun así, no creo que este sea el único problema a solucionar para prevenir los problemas de salud mental. Hace ya más de dos mil quinientos años, que en la antigua Grecia se inventó la filosofía, y esto fue fruto sobre todo, de buscar y clarificar cuál es la mejor forma de vivir y ser feliz, preguntándose cuáles podrían ser los mejores valores y comportamientos para una vida buena. En la entrada del templo de Apolo en Delfos había escrito “Conócete a tú mismo”, y es que es precisamente esto lo que acaban haciendo muchas personas después de años de terapia, y se dan cuenta que, si se hubieran entendido antes a sí mismos, si se hubieran conocido antes, muchos de sus problemas no habrían llegado nunca a ser un problema de salud mental. Entenderse y comprenderse a sí mismo, es el primer paso que tiene que hacer una persona para poder comprender el mundo que lo rodea, es la primera piedra para construir una nueva forma de estar en el mundo, deconstruyendo viejas creencias que nos torturaban, como el miedo al fracaso, no ser un hombre viril y exitoso como los de la televisión, no conseguir ser nunca rico, no cumplir con los cánones de belleza establecidos, entender que hay muchas formas de vivir las relaciones interpersonales amorosas y no amorosas, etc.
La filosofía tiene una dimensión transformadora casi olvidada, pero no hay que ir muy lejos para ver que esta dimensión sí que existe. Muchos hombres que por ejemplo hemos abrazado las teorías feministas y las hemos adoptado y seguimos intentando adoptarnos de la mejor manera que sabemos en nuestras vidas, nos hemos visto y sentidos liberados de complejas y conductas que nos generaban graves problemas en nuestras vidas, y que podían derivar en problemas de salud mental como son la depresión o la ansiedad. El proceso no es fácil, ni se obtiene sin pasarlo incluso mal, puesto que la verdad no siempre es agradable pero si necesaria, y es que la filosofía no es un medio para lograr un objetivo como por ejemplo el bienestar personal, esto sería más propio del coaching y que nada tiene que ver con la filosofía, porque la filosofía solo puede ser si es un fin en sí misma, y no puede ser instrumentalizada. Aun así, la filosofía con su clarificación, conlleva intrínsecamente beneficios terapéuticos a media-largo plazo. Considero que la filosofía puede llegar mucho más lejos de lo que puede llegar la terapia psicológica y es que la psicología lo que hace es tratar los problemas desde una dimensión individual y personal, y las terapias no desarrollan casi nunca una perspectiva crítica con la sociedad, buscando solo la adaptación del paciente a su entorno, incluso podríamos decir que disciplinando el paciente en el sentido más foucaultiano, cuando los temas que surgen en la consulta son de carácter filosófico. Lo que nos pasa a las personas no solo obedece a nuestra niñez o biografía, las personas no nos encontramos flotante en el vacío encerradas dentro de nosotras mismas, sino que estamos inmersas en un contexto histórico, social y cultural mucho más amplio. Creo que tener y disponer de las herramientas para clarificar nuestras vidas, tendría que ser un derecho del cual tendríamos que disponer todas. Las películas, las series, las canciones, la familia, entre otras, nos dan mensajes muy diferentes sobre lo que es importante en nuestras vidas, unos nos dicen que es importante tener muchas parejas sexuales, otras nos dicen que lo más importante es ser rico o famoso, y cada cual de nosotros con la ausencia de un pensamiento crítico construimos nuestra propia filosofía personal de la mejor manera que podemos, con sus valores y sus principios, muchos golpes contradictorios con nuestra realidad y posición en el mundo, que nos generan malestar, inseguridades, complejos y contradicciones que pueden acabar derivando en graves problemas de salud mental.
Creo que si en vez de sacar la filosofía de las aulas, la incorporáramos desde muy pequeños hasta que acabamos nuestra educación básica (como pretende el proyecto Filosofía 3/18) muchos de los problemas de salud mental que existen entre las personas más jóvenes y que se acaban arrastrando cuando son adultas se podrían prevenir, ya que cada uno de nosotros tendría las herramientas para establecer de manera crítica los principios y valores que querríamos que rigieran nuestra propia vida, a la vez que nos permitiría ser críticos con todo aquello que lo impide (por ejemplo el sistema socioeconómico en que nos encontramos inmersos). Para acabar querría hacer una analogía como hace Platón en sus diálogos, por ejemplo podríamos pensar quizás que para resolver los problemas cardiovasculares de la ciudadanía, podríamos apostar por disponer de más cardiólogos, pero quizás sería más inteligente disponer de profesionales de la actividad física y que estuviera garantizado el acceso de la ciudadanía a estos, para evitar que una vida sedentaria se tenga que tratar a un quirófano, cuando se podría haber evitado con ejercicio físico. Y es que de la misma forma que el profesional de la actividad física no debe sustituir al cardiólogo, sino que lo mejor es una colaboración conjunta, lo mismo debería ocurrir con la filosofía y la psicología clínica.