Adrià Pujol Cruells y Pablo Martín Sánchez no tienen manera de escapar

Leer en catalán.

Todo comenzó un lunes 14 de diciembre a las siete de la tarde ya que había quedado con dos escritores, pero bien mirado, ¿por qué no llamarlos traductores? Gente de letras, vaya. Incluso alguien los podría tratar de civilizados, pero la cosa cambió desde el primer minuto cuando, por fin, llegaron los dos muy poco rato más tarde que yo. No quiero alargar más la demora, me refiero a Adrià Pujol Cruells y Pablo Martín Sánchez.

El punto de encuentro era en la puerta de la Librería Ona y la razón era un intento de entrevista que quería sacar adelante con ellos con motivo de la novela No hay manera de escapar, un libro escrito conjuntamente entre Boris Viany el grupo de matemáticos literatos Oulipo. Adrià se encargó de la traducción del francés al catalán (No te n’escapes) y Pablo… Pablo venía como representante del grupo. El pretexto era que fue él quien hizo de maestro de ceremonias en la presentación celebrada en la Librería Documenta dos semanas antes de la cita para la entrevista.

Como no podía hacer la entrevista con Boris Vian debido a que ya hace algo más de sesenta años que no está entre los vivos, para hablar del libro me tuve que conformar nada menos que con el traductor de Georges Perec al catalán y el único español que ha formado parte del muy prestigioso mencionado grupo. Pero vale ya, fuera bromas y el tono fanfarrón; la compañía era inmejorable y la ocasión la valía.

Dicho esto, mientras esperaba en pie ante el portal de la librería desde mi izquierda veo que llega Adrià con el móvil en la oreja y que se aproxima a mí. Se me pone al lado, me saluda con las cejas y se aleja. Se aleja bastante, de hecho. Acto seguido giro la cabeza a la derecha y veo a Pablo entre medio de una farola y un árbol, junto a una carpa de la terraza de un bar, hablando por el móvil. No puedo evitar dibujar una sonrisa en el rostro tapado por la mascarilla de estos tiempos, como tampoco evitar pensar que me están haciendo una broma o que me la quieren jugar. Qué tíos, me digo a mí mismo, ¿se atreverán? La novela por la que los quería entrevistar va sobre un hombre al que le asesinan todas sus ex-amantes. Por lo tanto, ¿qué podía esperar yo de estos dos? Un secuestro por lo menos… Incluso ya me los imaginaba escupiendo en mi tumba.

En efecto, todo había sido una paranoia y la casualidad había hecho que el teléfono les sonara tan pronto me vieron. Cuando finalmente nos saludamos, decidimos buscar refugio en alguna terraza y precisamente fue (otra vez de casualidad y después de caminar un poco) el bar James Joyce quien nos acogió de buena gana. Tenía tantas expectativas de que la entrevista fuese tal y como había planeado que interiormente pensé: si sale todo bien, seguro que Marcel Proust desde donde sea que esté, maldice no dar el nombre al bar de al lado para hacerle la competencia.

Teniendo en cuenta que se trata de un libro colectivo, que Boris Vian escribió cuatro capítulos antes de morir, que el Oulipo se ha encargado de escribir los doce capítulos restantes y que el libro se ha traducido al catalán, encontré apropiado dialogar respecto algunos aspectos de la edición catalana o de la propia novela en sí. Precisamente con los mismos dos hombres que presentaron el libro en Barcelona. Cuando les hice la propuesta unos días antes, Adrià me dijo que sí enseguida y Pablo, como que a día de hoy, por suerte, todavía no es, como se ha predicho, el cabezota que será dentro de 46 años, también aceptó muy amablemente.

Las preguntas que les hice fueron todas breves y las fui alternando porque ninguno de los dos tuviera más protagonismo que el otro. Fueron todas a modo de metralleta, sin buscar mi contra-pregunta, casi como si fuera un cuestionario. Los temas fueron todos muy dispares, pero siempre en relación a la traducción, a la biografía de Boris Vian o al ejercicio de escritura llevado a cabo por el Oulipo. No olvidemos que fueron ellos los que completaron la novela comenzada más de medio siglo atrás por su autor ya fallecido. Básicamente los reuní para hablar del libro, desde la novela a los anexos, para someter a un análisis riguroso el producto final.

Se dice que esta novela se hubiera podido publicar a nombre de Vernon Sullivan, un seudónimo que utilizaba el autor francés para hacer ver que escribía novelas estadounidenses. Parece que incluso alguna vez llegó a escribir una novela en inglés para traducirla él mismo al francés y considerarse así el traductor oficial de su alter ego. Este tipo de cosas son las que llaman la atención a los miembros del Oulipo, que son unos ludópatas de la literatura, unos juguetones, ¿pero por qué no llamarlos jugueteros? Al fin y al cabo son ellos quienes se bautizaron como Taller de Literatura Potencial precisamente para forzar hasta el límite el carácter lúdico de las letras.

Antes de dar paso a sus respuestas, quiero aclarar una pequeña cosa. Esta entrevista contiene un «Making of» en el que se explica cómo se preparó la manera de formular las preguntas. Asimismo, como lector o lectora tienes cuatro itinerarios a seguir para leer esta publicación.

El primero se trata de leer la entrevista y ya es suficiente, el artículo no. Una vez termines, sigue con lo que estabas haciendo.

El segundo consiste en leer antes que la entrevista el artículo llamado «Making of» y el tercero consiste en leerlo posteriormente a la entrevista.

El cuarto, por si crees en la lectura fragmentaria, interrumpe la lectura de la entrevista en un momento determinado. El propio texto de la entrevista te marcará el momento concreto de esta manera: [Leer, ahora, el artículo Making of]. Si has elegido este itinerario, aquel será el momento de leer el artículo y dejar la entrevista a medias, para luego regresar a esta y terminarla.

 

A partir de aquí, tú eliges.

 

[Leer, ahora, el artículo Making of].

 

¿Adrià, cuál es el detalle que te gusta más de la edición física de este libro en concreto o de los libros de Univers?

El detalle que me gusta más de la edición física de este libro en concreto, entre los libros de Univers, es que es delgado como yo. Soy delgado desde que nací, nací delgado, he crecido delgado, me he hecho mayor delgado y todo apunta a que esto no cambiará.

¿Pablo, hay algún precedente de libro como este en el Oulipo?

Hay más de un libro del Oulipo escrito entre varios oulipianos. A cuatro, cinco, incluso diez o doce manos. Por ejemplo, todas las versiones que se han hecho sobre El viaje de invierno de Georges Perec, que luego se han ido recogiendo y que se están traduciendo ahora precisamente al castellano. Ahora bien, yo le tengo mucho aprecio a un libro colectivo del Oulipo que se llama C’est un métier d’homme. Parte de un cuento del Paul Fournel, penúltimo presidente del Oulipo. A partir de aquí los oulipianos hemos ido haciendo, todos, versiones de este cuento hasta conformar el propio volumen que es, por cierto, un libro traducido con un amigo mío.

¿Adrià, si Pablo no hubiera podido asistir al acto de presentación de la novela en la Librería Documenta, quién crees que hubiera podido ser un buen maestro de ceremonias?

Si Pablo no llega a poder venir a la presentación del libro de Boris Vian en Documenta, por ley de vida y por selección natural, (y por otras cosas que no vienen al caso, pero que pueden ser aspóricas y diaspóricas) yo creo que el compañero Màrius Serra y, que no sé cómo se llama de segundo apellido, habría sido la persona más indicada. De hecho, ya vino, me envió un WhatsApp justo antes de entrar. Màrius siempre está.

 

¿Pablo, has hecho alguna aportación al libro? ¿Hay alguna pequeña anécdota en común con Adrià respecto a tu aportación y la traducción al catalán?

Efectivamente en el libro hay dos pequeñas aportaciones mías, dos medias frases, que me pidió Eduardo Berti para uno de los capítulos. En una de estas frases, en concreto, creo que ha sucedido un hecho espectacular. Yo propuse una media frase que decía algo así como que había un hombre que se había quedado dormido con un cigarrillo en los labios. Los oulipianos, al pasar esto en el libro, le añadieron «un cigarrillo apagado». Curiosamente, Adrià Pujol Cruells, que sabe mucho de cigarrillos, porque por ejemplo tiene ese libro maravilloso que es Picadura de Barcelona, ​​dicho sea de paso, pues inexplicablemente, pudo intuir que yo en el original, en mi fuero interno, no lo había puesto el añadido «apagado» en el cigarrillo. Entonces él cuando lo tradujo le sacó este «apagado» del francés, éteinte, y le devolvió la esencia a la frase original.

Adrià, a título personal, ¿qué opinión te merecen los cuatro capítulos de Vian?

Los cuatro capítulos originales de este libro, que son póstumos y que, de hecho, ya parecen escritos póstumamente aunque el autor estaba vivo cuando los hizo, a mí me recuerdan una especie de pasarela o de premonición, casi , de cómo murió realmente el autor. En vida de él se hizo una adaptación cinematográfica de uno de sus títulos más famosos, que es Escupiré sobre tu tumba, abro un paréntesis (cuando lo traduje al catalán debería haberlo traducido por Escopiré damunt la vostra tomba que es mucho más musical, pero ya no estoy a tiempo). Como decía, el autor murió asistiendo al estreno de la película que se hizo de dicho libro. La leyenda amarilla explica que del disgusto que tuvo Boris Vian viendo aquel engendro en la pantalla, el corazón le falló. Es una adaptación muy mala.

¿Pablo, como son las reuniones privadas del Oulipo?

Pues las reuniones privadas del Oulipo, que llevan celebrándose desde 1960 una vez al mes, generalmente en alguna casa particular de París, consisten, como el propio nombre indica, en reunirnos cinco, seis, siete, ocho, diez oulipianos, los que podamos asistir. Entonces lo que hacemos es compartir nuestro trabajo. Por lo tanto, leemos textos, hablamos mucho y discutimos mucho. Comemos, porque también es muy importante comer y beber y paladear. También olemos aquellos elementos de nuestro trabajo que pueden ser más interesantes para seguir desarrollando. Son reuniones donde todo está muy a flor de piel. Es muy importante tocarnos y tocar los textos, evidentemente, de una manera prácticamente táctil.

¿Adrià, cómo surge la oportunidad de traducir el libro?

Bueno, la oportunidad de traducir este libro salió como siempre, es decir, a la impensada, al azar. Estás en casa, con la típica indumentaria de andar por casa, que suele ser la más escueta, aquellos pantalones, aquellos jerséis, eso que estás en casa, que no te ve nadie. Recibes un mensaje o una llamada, lo que sea, de Ester Pujol en este caso, de la editora, diciendo que quiere hacer este libro. Abro paréntesis como siempre (yo no lo entendí que Ester Pujol y Editorial Univers quisieran hacer este libro. Es un libro que está en un lugar muy extraño por el tipo de libro que es, pero está hecho). Y eso me recuerda que todos los libros que no vienen de mí, es decir, los que me encargan, salen igual. Como por ejemplo esta semana una editorial, que esto sí que no puedo decir cuál es, me propuso que dialogara con un autor catalán del siglo XVIII. Elegí nuestro queridísimo y desconocido Baró de Maldà y sus 59 volúmenes de dietario escritos en el siglo XVIII que se llaman Cajón de sastre. Actualmente en propiedad del último Baró de Maldà que se llama Alfonso Vilallonga y que es un creador de bandas sonoras para la Isabel Coixet. Espero que me los deje leer. Yo lo que haré después del Cajón de sastre del Baró de Maldà, será mi Cajón desastre y consistirá en utilizar las fechas del antiguo dietario. El mismo día a la misma hora quiero plantarme en el mismo sitio de Barcelona y ver cómo ha cambiado en tres siglos.

Pablo: ¡Qué grande!

¿Pablo, por qué el Oulipo añadió precisamente 12 capítulos?

Pues la verdad es que no tengo ni idea de por qué el Oulipo decidió añadir 12 capítulos exactamente a los cuatro que ya había escrito Boris Vian. Lo deberíamos preguntar a la cúpula ejecutiva que lo decidió. Yo entiendo que con cuatro capítulos de Boris Vian, añadir un 75% está bastante proporcionado. No añadirías sólo dos capítulos, que entonces no sería mucho. Tampoco añadirías 50 capítulos porque dejarías a Boris Vian, realmente, en una parte anecdótica del libro. Yo creo que está bien que Boris Vian haga el 25% y el Oulipo el 75%, pero la decisión de 12, ¿por qué 12? Es cierto que 12 va bien de repartir entre cuatro, entre tres, pero yo creo que al final es una decisión un poco arbitraria, como cuando por ejemplo yo decidí hacer 99 capítulos en el Diario de un viejo cabezota, o 99 entradas. Aunque el 99 tiene más connotaciones que no el número 12. 12, no sé, son los meses que tiene el año, 12 son las tablas de la ley, 12 son los apóstoles… En realidad hay muchas razones por las que 12 es un número perfecto para terminar una novela de Boris Vian.

¿Adrià, que te hizo optar por la opción «present preciós» [catalán]  a la hora de traducir las palabras que llaman el poema que sólo utiliza las letras del nombre y el apellido del destinatario?

A la hora de traducir el beau présent y traducirlo en catalán como «presente precioso» tiene que ver con mi infancia. Con aquella casa llena de olores, de sofrito, el ruido de las gallinas, el patio, el tacto frío y húmedo de las sábanas en invierno y la visión permanente de la niebla que hay en Begur, que no por casualidad mi pueblo tiene un apodo que es Mordor. A partir de aquí, claro, un beau présent, yo entiendo que por debajo del río Tordera un présent sea un regalo o un obsequio, pero en mi tierra un présent es un presente [present en catalán], lo llamamos igual. De hecho hablamos francés y no lo sabemos. De ahí que pusiera un «presente», lo que no está tan claro es por qué puse precioso. Es un adjetivo que no es que sea chabacano [se refiere a cuando se habla en catalán], es lo siguiente. En catalán no se dice precioso, pero me pareció que reflejaba perfectamente la cursilería del poema original.

¿Pablo, como está construido este libro?

El libro no te das cuenta y es un homenaje a Boris Vian. Precisamente es un encargo que le hicieron los herederos de Boris Vian al Oulipo en motivo del centenario del autor fallecido. Concretamente porque ha cumplido 100 años, en 2020, ya que nació un 10 de marzo de 1920. En este sentido, la novela está construida como una prolongación de un manuscrito original de Boris Vian del que solo se ha conservado lo que escribió: cuatro capítulos y una sinopsis. Oulipo ha celebrado este centenario añadiendo 12 capítulos más hasta completar una novela que es un prodigio, creo yo, de escritura colaborativa y de imaginación postmortem. ¿A ti, como lector, qué parte te ha gustado más, la del Oulipo o la de Boris Vian?

Pues bien, si he de ser sincero, creo que el trozo que más me gustó es el del Oulipo. Porque es cierto que muchos libros leídos recientemente me producen, pues, mucho interés en el movimiento, supongo. Incluso de este modo, el momento Boris es muy Vernon y bien, lo vives mucho, pero por gustos los colores, ¿no es cierto? Volvemos, Pujol?

 

[Leer, ahora, el artículo Making of].

¿Adrià, por qué aceptaste esta traducción? ¿Dudaste?

A mí cada vez que me preguntan por qué acepté traducir este libro y qué motivos me llevaron a aceptar un encargo de este tipo, debo decir que no tiene nada que ver, en primer lugar, con el hecho de volver a traducir a Boris Vian. Siempre es un placer, pero tampoco tiene nada que ver con cuestiones de prestigio, que están ahí. Siempre va bien, juntar tu nombre con un autor de este tipo. Pero es algo bastante más prosaico.

Yo ese día estaba haciendo un café en el bar de mi amigo Dalin debajo de mi casa, que es un bar chino. Tenéis que saber que los chinos son bastante oulipianos porque cuando cambian de país, como sus nombres son bastante complicados de pronunciar, no digo de escribir, sino de pronunciar, se cambian el nombre. En Alemania se ponen nombres alemanes y en Cataluña o España se ponen nombres españoles y catalanes. El de abajo mi casa se hace llamar Dalin que es un medio-medio, es un mix entre japonés-chino o catalán, pero el del bazar de al lado, que tiene un nombre impronunciable, se hace llamar Diego.

Entonces acepté el encargo porque recibí la llamada mientras yo me tomaba un café en el bar de Dalin. Un bar que, confesaré, se dice Dalin y Vanesa, porque lo llevan él y su mujer. Su mujer no se llama Vanesa, evidentemente, pero sigue esa cosa oulipiana de decir: mira, yo me cambio el nombre y allí donde voy, hago esta mutación. ¿Por qué lo digo todo esto? Porque aceptar un encargo si estás en el bar de Dalin es casi de obligado cumplimiento. Todo lo que me ha pasado allí es providencial.

¿Pablo, si Boris Vian fuera político y le tuvieras que escribir un discurso a cambio de una muy buena remuneración, sobre qué tema crees que trataría?

Yo no creo que Boris Vian hubiera aceptado ser político, lo dudo mucho. Sin embargo, se parece increíblemente a Emmanuel Macron; de hecho si ponemos dos fotos, una al lado de otra, una de Macron y una de Vian es increíble cómo se parecen. Pero si fuera político supongo que sería más bien, no sé, un ministro de cultura, algo así. Entonces, a mí que, por cierto, me han propuesto recientemente escribir los discursos políticos de no diré quién, ni de qué partido, creo que a Boris Vian le escribiría un discurso donde tuviera mucha importancia la figura de la espiral. Es decir, Boris Vian se inventó una trompeta, que es la cor à gidouille, una trompeta con la parte metálica en espiral. Pues creo que lo intentaría llevar hacia la importancia del círculo virtuoso, de la espiral como figura enriquecedora de la cultura y que esto pueda tener repercusiones en la política, en la economía, en la sociedad al fin y al cabo.

¿Adrià, puedes reproducir una lista de breves notas preparatorias que has tenido en cuenta a la hora de traducir el libro?

A la hora de traducir un libro de estas características, o cualquier libro, de hecho, como traductor, siempre pienso antes de empezar como un sastre, un poco. Que es que cada libro, y por tanto cada traducción de cada libro, merece un traje a medida. Entonces lo que hago es leérmelo. Cuando me leí el libro, antes de traducirlo tomé notas preparatorias de traducción, sí, haciendo este traje a medida que digo. Porque no quedara ninguna manga holgada, ninguna pernera más corta que la otra, etcétera, etcétera, etcétera. La metáfora es infame, pero es así. La primera nota, la nota número uno, fue que yo debía ser fiel al experimento, no al autor. Sino a lo que alimenta este libro que son una serie de juegos a partir de cuatro capitulitos que el autor, muerto, dejó escritos y que luego otros autores han terminado. Esto podríamos llamarlo el tronco del traje. Luego la segunda nota, la nota número dos, son las mangas. Las mangas son el estilo. El estilo de Boris Vian y de los otros que han terminado este libro es algo, como lo diría, es una especie de manga que no tiene puños, porque te pueden salir por cualquier lugar las extremidades. Y la tercera nota preparatoria, la nota número tres de antes de traducir este libro, tuvo que ver con elegir el color. El color de la ropa es importante, sí, pues el color de una traducción también. ¿Qué catalán debía utilizar: el estándar, un catalán inventado o un catalán comarcal que finalmente tampoco me serviría de nada a pesar de ser yo de comarcas? Opté por usar el catalán que hablaría Boris Vian si fuera catalán.

¿Pablo, como es que los propios autores de Oulipo han optado por un aparente anonimato?

El hecho de que el Oulipo haya optado por un aparente anonimato es porque el propio grupo se concibe como, ¿cómo te lo diría con una metáfora? Es como un chaleco de cazador. Un chaleco de aquellos que está lleno de bolsillos y que están llenos de objetos y de gadgets. No es tan importante que hay en cada bolsillo, sino todas las posibilidades que hay en el chaleco como conjunto. Por tanto, no hay que decir: esto lo he sacado del bolsillo de la izquierda, no. Lo importante es que haya objetos, recursos en todo el chaleco y que el lector llegue a entender que todo es importante independientemente de qué bolsillo se haya sacado la inspiración.

¿Adrià, por qué la portada de la edición en catalán no comparte el homenaje que hace la cubierta original?

La portada original de este libro que está muy conseguida: el negro radical, con el rojo radical y el blanco radical recuerda, de alguna manera, una tipografía, un tipo de diseño muy característico de la época y se mantuvo en la traducción al castellano, lo que es meritorio. Mantener un estilo pasados ​​50 o 60 años es meritorio. En cambio en catalán no se mantuvo este estilo. La portada en catalán recuerda más un fotograma de los dibujos de la Pantera Rosa. Pero bueno, es como las cabeceras de los periódicos. La cabecera de El Periódico es infecta a nivel tipográfico, la de LaVanguardia tiene un cierto aire modernista, lo que la hace un poco más atractiva y la de El país, por ejemplo, es la típica tipografía «progre», pero «progre» a nivel Word. En la cubierta catalana, lo único que pasó es que es un libro que se inscribe en una editorial, digamos, renovada, por no decir nueva, que necesita crear una línea. Entonces para no confundir la editorial con el producto optó por lo que finalmente ha pasado.

¿Pablo, que envidias y qué no envidias de haber podido colaborar en la escritura de los capítulos oulipianos? ¿Tuviste oportunidad de hacerlo?

Cuando surgió este proyecto en el Oulipo se pidió quién quería participar y quién no. Por ejemplo, Eduardo Berti que ha participado activamente, dijo que él nunca se hubiera atrevido a escribir la continuación de un libro de Boris Vian, pero que si lo había hecho es porque era un libro de Vernon Sullivan. Entonces hacer una parodia del estilo Vernon Sullivan, lo veía factible. Yo no me atreví ni a eso; ni a continuar una obra de Vernon Sullivan, vaya. Podría decir que me arrepiento sobre todo porque en estos últimos días y semanas, pero especialmente en estos últimos días, la última semana concretamente, he estado traduciendo mucho una novela (L’anomalie) de Hervé Le Tellier, que ganó el Goncourt. Y claro, Hervé Le Tellier es uno de los cuatro o cinco que ha escrito el libro de Boris Vian. Detecto cosas en el libro que estoy traduciendo que también están en No hay manera de escapar. Entonces me hace aún más rabia: ver que sí puedo estar a la altura del libro de Hervé Le Tellier traduciéndolo y quizá también hubiera estado a la altura de un Vernon Sullivan. Pero no lo sabremos nunca y a lo hecho, pecho.

¿Hay alguna aportación personal en el texto más allá de la traducción en sí?

Una de las preguntas recurrentes que se hacen cuando traduces un libro de estas características es qué aportaciones personales, o qué huella, o qué rastro has dejado como traductor. Esto queda muy mal porque depende de donde hables, depende del gremio de traductores donde hables, la huella está muy mal vista o absolutamente lo contrario. Depende del gremio de traductores o escritores y escritoras donde hables, la huella, no es que esté bien vista, es que se exige. Entonces yo tengo la suerte de traducir libros que piden, que exigen esta huella. Dejar huella no significa cambiarlo todo, significa que se note quién lo ha traducido. Por tanto, en este libro de aportaciones mías las hay. Me he contenido de la misma manera que se contuvieron los que lo escribieron, pero están ahí. En resumen, aportaciones pocas, interpretación toda.

 

[Leer, ahora, el artículo Making of].

ESTRAMBÓTICO ESTRAMBOTE DE DESPEDIDA EN PROSA

La primera vez que leí el nombre de Boris Vian hice una pequeña búsqueda en internet para saber más de aquel hombre; en varios artículos se hablaba de él como alguien muy cercano a la patafísica. A pesar de que murió en 1959 (un año antes del nacimiento del Oulipo) deduje que tenía un contacto o vínculo bastante estrecho con algunos de los futuros miembros fundadores del grupo. En efecto, cuando vi que se escribiría este libro entre Vian y el Oulipo, o mejor dicho, que se acabaría de escribir, me llamó mucho la atención.

El traductor de la edición catalana es una persona de la que cuando vi su nombre por primera vez ya no lo he podido olvidar. Todo fue porque un día tuve la curiosidad de entrar en una papelería de Caldes de Montbui. No me quería comprar nada, pero me llamaba la atención ver qué selección de libros tenían y, la verdad, tenían de buenos para ser una humilde papelería de pueblo. Uno de ellos era la traducción al catalán de La disparition de Georges Perec tituladaL’eclipsi, evidentemente traducida por Adrià Pujol Cruells, nombre que desde ese día he recordado y que ahora ha sido un placer conocerlo personalmente.

Resulta que el día de la presentación de No hay manera de escapar aparte de Adrià también tuvo que intervenir Pablo y por tanto no pude evitar no ir al acto. Gracias a ello, después fuimos a hacer un par de birras juntos a un bar de mala muerte, pero la charla fue muy edificante. Un día más tarde me atreví a pedirles si aceptarían una entrevista y me dijeron que sí a todo. Sensacional.

Por último, solo me queda agradecer públicamente la paciencia y la buena disposición a Adrià Pujol Cruells y Pablo Martín Sánchez.

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